NI EL CIELO ES EL LÍMITE
- María Camila Medina
- 17 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 jun 2018
Es cliché esa frase que dice que "el único límite es la mente", sin embargo, preciso usarla al comienzo de esto porque es cierta como todas las frases de este tipo.

La mente... O sea la tuya, mejor dicho, vos sos tu propio límite. Vos mismo sos el que se inventa las excusas, el que se llena de miedos y el que se da "palmaditas en la espalda" porque "no podés" lograrlo... Que porque no tenés los medios, que te falta dinero, que no tenés tiempo, que no tenés talento, que ya estás viejo... Excusas que seguramente, todos y cada uno nos hemos repetido un infierno de veces, entonces tranquilo que vos no sos el único.
Yo te voy a poner un ejemplo. Estudié Comunicación Social y Periodismo, no solo porque me gustara sino porque sabía que tenía talento. Terminé mi carrera con un buen promedio y una buena práctica, y al salir creí que todo sería igual, esfuerzos obviamente, pero resultados rápidos.
Sucede que, comencé a trabajar con la "confianza" de que tenía el talento para hacerlo, pero a ver... Había madera, pero no había practicado...
Al enfrentarme al mundo laboral, al saber que serían cientos de personas las que me verían, leerían y calificarían mi trabajo, me llené de pavor.

Comencé a pensar en exceso en "¿qué estarán pensando?", "¿lo estaré haciendo bien?", "¿si seré capaz de lograrlo?" y más preguntas que me enloquecían la cabeza.
Claro y sumémosle a eso las comparaciones... Al hundirme yo sola en este panorama de que no tenía lo "suficiente", nada salía bien, me tropezaba con la misma piedra una y otra vez y terminé llena de rabia conmigo.
Ante tanta inseguridad, opté por evitar la aparición en cámara, me molestaba verme patinar y equivocarme (yo pretendía ser una profesional sin práctica).
Cualquier día, comencé a lanzarle al Universo, al destino, a la vida o a Dios, como querás llamarlo, la súplica de luz, de que me mostrara el camino y a la final, descubriera si este debía ser mi destino.
Al otro día al llegar a la oficina, me dice el jefe "mañana irás a un evento en el que habrán tres mil personas, entrevistarás al alcalde y haremos un en vivo". Yo por dentro solo pensaba "¿qué voy a hacer?", y pues nada, estudiar y ensayar.

Armada de libreta y un cepillo de pelo como micrófono, estudié durante la noche, algunos tropezones no me dejaban tranquila, pero ya no tenía de otra que lanzarme.
Salió todo bien, sin equivocaciones, sin nerviosismo y hasta carismática y sonriente... ¿La razón? En ese momento olvidé la posibilidad de equivocarme y el terror que me daba, simplemente dejé de pensar en las posibilidades de lo negativo.
Las comparaciones quedaron a un lado, es que yo pretendía hacerlo tan bien "como esta" o "como aquella"... Eso es un error, nunca iba a hacerlo como ellas, porque no soy una copia, porque somos diferentes... Solo podía hacerlo a mi manera.
La presión que sentí para hacerlo bien hizo en mí que no pudiera decir que no, de lo contrario, seguro habría tenido que pasar mi carta de renuncia. Entonces con todo y "alas rotas" salí "al vuelo", en realidad, ya había recorrido demasiado como para "regresar".
Ya había estudiado, ya me había graduado, ya había hecho práctica y tenía un trabajo, cuando la mayoría de mis compañeros y colegas estaban desempleados... Yo por miedo y sin intentarlo no podía tirar la toalla así como así.

Es que lo desconocido da miedo, pero no podía conocerlo si no soltaba lo conocido, y lo conocido era "la comodidad". A la final, si no me hubiese enfrentado a ese miedo, la única posibilidad que quedaba era mi destrucción.
Hoy, lo que tanto temía hace parte de mi vida cotidiana y cuando me dí cuenta que solo yo podía llegar a donde nadie más llegó fue que solté el pavor a la crítica. ¿A qué me refiero?, que todos tenemos vidas, personalidades, almas y aprendizajes diferentes y que cada uno tiene su espacio y su tiempo para hacer las cosas. Por ende, nadie puede llegar a mi punto, porque ese lugar en el cielo y más allá de las estrellas solo me pertenece a mí, al igual que el tuyo, solo te pertenece a vos.
Acordate, que ni el cielo es el límite cuando confiás en vos y te hacés tu amigo.
Está excelente.
Solo cuando somos auténticos es que somos felices :)
Te leo, Cami. Saludos.
Demasiado cami, yo creo que todos en algun momento pasamos por alli, y entonces comenzamos a leer y nos sentimos plenamente identificados, "que tal" que no te diera miedo o "sustico" lo que haces no te estarias sintiendo apasionado, ese mismo miedo es el impulso hacerlo y hacerlo bien, cada vez mejor. Haz marcado cami tu propio estilo y lo haces de una manera tan natural y tan fresca que no necesitas parecerte a nadie sino con mas ganas seguir siendo toda esa avalancha que sos. Un abrazo! @lucarvajal1
Me encanto, 100% identificada 🤗🤗