El Halloween como excusa
- María Camila Medina
- 31 oct 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 sept 2020
La vida usó como 'excusa' el Halloween para ponerme en el lugar preciso, en el momento exacto y con las personas correctas...

Así comienza la vivencia del pasado domingo 28 de octubre de 2018.
La invitación llegó de la siguiente manera: "Iremos a celebrar la fiesta de disfraces a una fundación de niñas, ¿quieres ir?", dije, "ok".
Sin preguntar más, preparé mi atuendo casero de espantapájaros. Para mi sorpresa éramos unos 23 voluntarios para esta celebración, sí, un parchesote.
Entre maquillaje, música, calabazas, sonrisas y voluntad, comenzamos a entrelazarnos entre voluntarios y niñas, rompiendo el hielo con fotos y peinados, mientras nos admirábamos uno que otro tilindrín en la ropa.

Divididos por equipos, las pequeñas nos mostraron su ropa y nosotros, locos y curiosos, hallamos los mejores trajes para una tarde inolvidable.
La mirella se veía en las caritas, las calabazas pintadas y en las manos de todos lo que allí estábamos, semejando el brillo de los ojos de todos los que como perlas, presumíamos sonrisas que intercambiábamos con unas maestras de vida.

Cada una de las chicuelas con una historia superada y una vida por delante, solo buscaban cómo ingeniárselas para ser la mejor disfrazada, mientras que algunos de nosotros, o por lo menos yo, viendo cómo hacernos amigas y que se sintieran en confianza.

Ya como pez en el agua, yo gritaba y corría de aquí para allá para suplir los deseos de decoración y creatividad, mientras una pequeña de gorrito, se hacía a un lado de la fiesta anaranjada y musical.
La nombraré África. Esta niña tenía particularmente los ojos cafés más profundos que yo haya visto, sin embargo, no me dejaba pasar. No me permitía entrar y pronto, su mirada se convirtió en un reto para mí.
A diferencia de sus compañeras de hogar, ella rechazó el vestuario, la diversión y por un rato, la pintura.
- ¿Qué pasa?
- No quiero estar aquí.
- ¿Por qué?
- Es aburrido.
- ¿Qué te gustaría estar haciendo?
- Me gusta leer. (Mostró una tímida sonrisa)
- (Yo dije ¡eureka!) ¿Qué lees?
- La Llorona y la Patasola (sonrisota)
En este momento pintábamos locamente una sandía con palos, hojas, mirella y pintura.

- ¿Y qué tal si miramos esa mirella azul como las lágrimas de La Llorona?
- ¡Wow! Sí.
- ¿Me ayudas a pintar?
- Está bien.

Yo descansé al verla con las manos llenas de pintura, pero pronto su carita larga volvió a mi lado...
- Es que... pasa otra cosa.
- ¿Qué pasa?
- Que la verdad quiero estar con mi mamá.
Choque neuronal y huelga cerebral, ¿qué le digo?
- Bueno, no siempre podemos tener lo que queremos en el momento, pero es lindo poder disfrutar de lo que estamos viviendo.
- Es que ella se murió.

Cuando oí esta respuesta mientras esta niña de 10 años me penetraba las entrañas con ese café, dejé de pensar y solo respondí.
- ¿Y a ti quién te dijo que ella ya no está? Somos energía. La energía no se puede destruir, solo cambia... Ella cambió, ya no puedes verla ni tocarla, pero sí sentirla... No creo que tu mamá esté contenta viendo a África aburrida...

Con los dos ojos como un par de huevos fritos, ella me miró y me enseñó hasta la última muela.
- ¿Entonces ella está aquí?
- Sí, y está viéndote aburrida y triste.
- Bueno, pues entonces ya sí me quiero maquillar. ¿Me maquillas de algo muy miedoso?
- Es un trato.

Mi cerebro se calmó y a mis ojos se les metió un sentimiento ahí transparentoso y aguado, pero nada, todo bajo control.

África desconoce aún que la que me dio un regalo fue ella a mí, más que yo a ella explicándole el desarrollo elemental de las experiencias del alma.
Solo bastó una conversación de menos de un minuto, para que ella no solo comprendiera mi
idea, sino que sintiera a su mamá y cambiara el chip. Cuando sea grande, yo quisiera ser como África.

Enterró su ego en menos de tres segundos, olvidó el pasado que la tenía triste y se gozó el presente con todo y maquillaje de zombie.
Ahora bien, para no dejarles a medias el cuento de la fiesta, ya todas disfrazadas, las sores nos dieron Milo calientico con galletas, devoramos eso, hicimos un corazón con nuestros cuerpos, cantamos y bailamos y nos despedimos.

Una vez más la vida me regala un 'Aquí y Ahora' hermoso disfrazado de zombie.
Debo resaltar que los nombres de las niñas fueron cambiados con el fin de proteger su integridad, por lo demás, todo es real.
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